Cuando hablamos de generación de residuos en el mundo, hablamos de millones de toneladas. 160 millones anuales en América Latina, 6 millones anuales en Chile. La verdad es que los números pierden sentido porque lo cierto es que es tan difícil imaginar esa cantidad pestilente de cosas orgánicas e inorgánicas, todas irracionalmente mezcladas, que generamos los seres humanos. Más difícil cuando todo el sistema está diseñado para que nos enfrentemos a ella por el menor tiempo posible.
Autor: Magdalena Donoso
La basura, tal como la entendemos hoy, deviene en una alquimia deprimente, donde somos capaces de extraer materias primas del planeta y convertirlas en un arma que se vuelve en contra de la naturaleza y de nosotros, contaminando el aire, el agua y la tierra. Así, buena parte de las personas rehúye el tema, y las autoridades –salvo honrosas excepciones- toman la opción más fácil posible: repetir y repetir y repetir soluciones que no son más que extensiones del problema, como enterrar los residuos, o peor aún, quemarlos.
En paralelo a ese escenario, está el movimiento de recicladores del mundo, también presente en América Latina y el Caribe a través de la Red Lacre. Se instaló hace muchos años en el escenario ambiental y social de todo el continente, para transferir su conocimiento, mostrarnos soluciones reales, hacernos ver que en los residuos hay una inmensa oportunidad de creatividad, trabajo y aporte al medio ambiente. En marzo los recicladores del mundo celebran su día y nos recuerdan estos principios de vida y transformación que los motiva a salir a las calles a recuperar lo que los demás desechamos.
La filosofía de Basura Cero
Los residuos son el espejo de nuestra sociedad consumista e insostenible, que mantiene un sistema lineal de producción donde lo que se extrae de la naturaleza termina desechándose en lugar de reincorporarse al ciclo natural o productivo. Esta forma de manejo genera enormes impactos en la salud, en el ambiente local y en el global y los recicladores llevan muchos años advirtiéndonos que es necesario enmendar el rumbo, y que sus manos trabajadoras están gustosas de hacerlo, en condiciones justas.
Ya no basta con reciclar lo que hoy se genera, es necesario promover una transformación en el diseño de los productos, de modo de hacerlos a todos ellos no tóxicos y 100% reciclables o mejor aún, reutilizables. Y es necesaria una transformación en los modelos de consumo, que nos lleve de vuelta a un estado donde seamos lo que somos y no lo que tenemos. Y son necesarias instituciones capaces de proyectarse al futuro, siendo capaces de dar el salto hacia otra forma de relacionarnos con la basura que generamos.
Lo descrito es parte esencial de la filosofía de Basura Cero, un objetivo práctico y a la vez visionario, que guía a las personas para emular los ciclos naturales sostenibles, donde se consume solo lo necesario y se generan productos con el plan de conservarlos y recuperarlos sin enterrarlos en un relleno sanitario, o quemarlos en un incinerador. Basura Cero, un concepto abrazado por ciudadanos y recicladores de todo el mundo, ofrece algunas de las mejores soluciones urbanas descentralizadas para reducir la contaminación del ambiente y conservar energía y recursos naturales.
La estrategia de Basura Cero no es como esas patentes de inventos que nunca nadie ha podido utilizar o llevar a la práctica. Existe en cientos de ciudades en el mundo y con excelentes resultados. Cuando Basura Cero se torna una realidad no solo se resuelve el problema de los residuos, se crea además una ciudadanía consciente que participa de la solución: desde su hogar no hace desaparecer la “basura”, sino que apoya el proceso de convertirla en residuos orgánicos compostables y en residuos secos reciclables. Para acercarnos a esa meta es fundamental fortalecer el rol de los municipios, promover la responsabilidad del sector productivo, desincentivar la disposición final de residuos y promover la separación en origen, promover incentivos fiscales y reconocer a los recicladores de base como agentes fundamentales de la recuperación de los residuos. El nivel de importancia que tienen debe verse reflejado en políticas públicas que los reconozca formalmente en los sistemas de recogida y segregación.
Somos los ciudadanos y los recicladores quienes hemos levantado iniciativas de Basura Cero aquí y allá. Necesitamos con urgencia que las autoridades se vuelvan visionarias y se inyecten a sí mismas una cuota de valentía para tomar caminos distintos a los de siempre. Ahí estaremos todos no solo aplaudiendo, sino que también aportando. Y de paso, la naturaleza aplaudirá en silencio.
@Magdalenadonoso
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