La Justicia Ambiental como columna de la lucha reivindicativa de los recicladores

Algunos hemos tenido el privilegio de acompañar a los recicladores de América Latina en su inmenso, brillante y estratégico camino por el reconocimiento de su oficio en la región. Ya nadie duda ni discute que ellos fueron los primeros en encontrar en los residuos un valor, haciendo de su recolección y aprovechamiento una forma de vida, y que las condiciones en las que han desarrollado su labor han sido profundamente adversas, precarias, una manifestación más del mundo injusto y desigual en el que vivimos.

Autor: Magdalena Donoso

No hubo ningún “Chapulín Colorado” que viniera a defenderlos. Lo hicieron ellos mismos, y hemos sido testigos del cambio de lenguaje que han logrado instalar en millones de personas en la región: un viaje desde un “deben dedicarse a una tarea menos degradante” a “debemos generar los cambios para que continúen en su labor en dignidad y reconocimiento”; de la travesía en ellos mismos desde “quiero para mis hijos otra cosa” a “estoy orgulloso de lo que hago y mis hijos están orgullosos de mí”; de la creciente presencia de sus exponentes en espacios de discusión e incidencia clave que han permitido -como es el caso de Chile, Argentina, Brasil y Colombia, en distintos niveles- ser reconocidos por otros gestores como ellos, por las sociedad y por los gobiernos, como agentes ambientales fundamentales en la inmensa tarea de reducir la insostenible generación de residuos actual.

 ¿Justicia, solo una cuestión de distribución?

Haciendo propias las reflexiones de algunos autores, entendemos la justicia ambiental como una cuestión que debe ir más allá de considerar a la justicia como algo basado exclusivamente en la distribución, que es donde se centran la mayoría de las teorías sobre la justicia: quién consigue qué, por qué y cómo. Cuando hablamos de justicia ambiental hacemos referencia a la equidad, o a la denuncia de la desigual distribución de los perjuicios ambientales en las comunidades en situación de pobreza o minoritarias. En el caso de los recicladores, ¿se trata solo de la distribución de bienes dentro de los sistemas donde se desenvuelven? Los recicladores han entendido que para abordar el problema de raíz no basta con reclamar una porción de los residuos que se generan en las ciudades, para a través de ello, recibir una porción más justa de salarios que les permita una vida digna. Ellos han centrado sus acciones y su discurso en otro elemento clave que destacan algunos estudiosos de la justicia ambiental: “los procesos que construyen la mala distribución, los que ponen énfasis en el «reconocimiento» individual y social como un elemento clave de la justicia” (David Schlosberg, 2011[1]).

Esta diversificación de la idea de justicia, en la práctica, aborda cuestiones vinculadas que en el caso de los recicladores constituyen la columna vertebral de sus reivindicaciones: el reconocimiento de sus personas, de sus formas de vida, de sus derechos, en definitiva la inclusión y las capacidades que dan corporalidad a esa noción de justicia, y no solo desde una perspectiva individual sino que principalmente desde una perspectiva de la comunidad de recicladores que conforman su gran articulación.

Los recicladores, son o han sido sujetos de una injusticia social y también ambiental. Esto, dado que están en el percentil más vulnerable de la población, siendo en esa condición víctimas de inequidades múltiples: empobrecimiento, invisibilidad, imposibilidad de jubilar, falta o deficitario acceso a la salud pública, precarias condiciones de vivienda, condiciones de trabajo peligrosas y exposición a la contaminación derivada del mal manejo de los residuos, etc. Esa dimensión ambiental de la injusticia a la que han estado expuestos, que, reiteramos,  incluye no solo cuestiones de distribución sino también de reconocimiento y participación, tanto en el plano individual como en el comunitario, sitúa las luchas de los recicladores en un espacio más trascendente y profundo que tal vez no hemos entendido aun en profundidad.

Estos elementos en los que la lucha de los recicladores se ha centrado, demuestra una comprensión multifacética de la justicia ambiental, un actuar político que los sitúa en arenas distintas al mismo tiempo. Los recicladores, cuyas luchas podríamos considerar eminentemente gremiales pues buscan mejorar las condiciones de un grupo de trabajadores, traspasan esa esfera para dar lugar a movimientos y dirigencias que actúan de manera creciente en ámbitos de reivindicaciones que son en realidad resistencias compartidas de un movimiento mundial para el cual la justicia ambiental aparece en un horizonte que todos, desde sus particulares perspectivas, entienden como un horizonte común.

Es así como, al observar las acciones de los recicladores hoy, nos encontramos frente a un enorme grupo de personas que entiende la distribución, el reconocimiento colectivo de sus capacidades y los espacios de participación como reivindicaciones que alimentan un ideario de sociedad donde la justicia ambiental y climática contribuye a una mejor calidad de vida para todos y todas, incluidos ellos mismos en la particularidad de su antiguo y fundamental oficio.

(*) La autora agradece el apoyo del investigador del Conicet Mauricio Berger en la redacción de este artículo.

[1] Schlosberg, David. (2011). “Justicia Ambiental y Climática: de la equidad al funcionamiento comunitario”. Revista Ecología Política Número 41.